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Inflación: ¿Realmente debemos preocuparnos?

El incremento en la inflación de la segunda quincena de abril genera una preocupación de que el salario de los trabajadores se vea mermado.

Luis Felipe Munguía

Uno de los mayores temores para algunos analistas en México es la inflación. Durante la década de los 80 causó estragos en los bolsillos de los trabajadores, principalmente porque la política para contenerla fue mantener salarios muy bajos y reducir costos para las empresas. El tema se ha avivado por el incremento de la inflación anual de la primera quincena de abril.

Sin embargo, este incremento de 6.1 por ciento está muy lejos de aquella hiperinflación de los 80. En otros años ha estado cerca del 6.0 por ciento sin que esto sea visto como una amenaza (en 2017 cerró en 6.8 por ciento). El efecto es, principalmente, de naturaleza aritmética. En abril del año pasado, con el confinamiento por el Covid-19, el precio de los energéticos se desplomó y, ahora, la base de comparación es mucho menor. Si el punto de referencia es muy bajo, cualquier incremento será muy grande proporcionalmente. Se trata de un efecto transitorio. Una muestra clara de lo anterior es que la inflación anual de la primera quincena de 2020 fue de 2.1 por ciento, valor por debajo del objetivo del Banco de México. Esto hace más notorio aún que la base de comparación es evidentemente menor.

Otros argumentos que sobredimensionan este aumento de la segunda quincena de abril aluden a que el índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) no mide correctamente la inflación. Algunas personas, de manera anecdótica, narran cómo los precios de los productos que adquieren para su consumo han subido mucho más que el 6.1 por ciento. Esto es posible ya que el INPC mide el crecimiento de los precios de una canasta representativa del consumo de los mexicanos y no de productos específicos. Al interior de esta canasta algunos precios se han elevado más; por ejemplo, el jitomate aumentó 18.8 por ciento o el aguacate un 15.7 por ciento. Sin embargo, otros productos han tenido reducciones importantes que compensan estos incrementos; por ejemplo, la electricidad bajó 12 por ciento y la papa 8.9 por ciento. Esto varía entre regiones, pero esto no es representativo de la situación nacional. Lo representativo es el INPC.

El incremento en la inflación de la segunda quincena de abril genera una preocupación de que el salario de los trabajadores se vea mermado. Se ha comentado que se ha perdido poder adquisitivo este año. Esta última afirmación es completamente falsa y va en contra de lo que dice la evidencia.

El salario mínimo se incrementó 8.4 por ciento anual en términos reales, es decir, está ocho puntos por arriba de la inflación, por tanto, a los trabajadores que ganan el mínimo les alcanza para comprar 8.4 por ciento más productos que el año pasado. Si consideramos el incremento acumulado de 2019 a 2021, el aumento ha sido 27.5 por ciento por arriba de la inflación, por lo que es difícil sostener que la inflación relativa de una quincena implique la pérdida del poder adquisitivo del salario mínimo.

La política del salario mínimo ha beneficiado a los trabajadores que, si bien perciben más de un salario, se mantienen entre los que menos tienen. Consideremos los incrementos de 2021 con respecto a 2020. El 10 por ciento de los trabajadores que menos ganan (decil 1) tuvieron este año incrementos de 8.1 por ciento por arriba de la inflación, y los del decil 2, 3 y 4 de 5.5, 8.2 y 5.4 por ciento, respectivamente. El 10 por ciento que más gana sí ha tenido una ligera pérdida de 0.4 por ciento en su poder adquisitivo, esto se debe a que los trabajadores que más ganan tienen incrementos menores, ya que están muy lejos de ganar un salario mínimo.

Si analizamos el incremento acumulado 2019-2021 de los salarios en términos reales, también nos encontramos que los que menos ganan fueron los más beneficiados. El 10 por ciento que menos gana tuvo incrementos de 44 por ciento por arriba de la inflación, e incluso trabajadores que ganan mucho más tienen incrementos significativos por arriba de la inflación.

Finalmente, se ha dicho que el salario mínimo puede causar inflación. La realidad es que ésta depende de varios factores, entre ellos la concentración que existe en el mercado laboral. La literatura internacional muestra, en general, efectos positivos muy pequeños en precios. En México algunos estudios que analizan el incremento en la Zona Libre de la Frontera Norte, donde el salario se duplicó, muestran que no tuvo ningún efecto en precios (Campos y Esquivel; 2020), o un efecto muy pequeño (Calderón et al.; 2021). Sin embargo, debemos recordar que, aunque el salario mínimo tuviera efectos relativamente pequeños en los precios, lo importante para considerar a la política salarial como exitosa es que el incremento real sea positivo. Este es el caso de México.

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